Spurensicherung [Huellas de la Memoria]

SPURENSICHERUNG [TRACES OF MEMORY]
Videographic contemporary art magazine edited by Eugen Ehrlich

1 feb 2024

MANIFIESTO DEL ARTE DEL TERRITORIO "La historia de un martillo pilón" de Jean Claire/Chroniques de l'Art Vívant

Manifiesto del Arte del Territorio

Intento recordar cómo he dado con el número 51 de la revista Chroniques de l’Art Vívant, del verano de 1974, que lleva por título “Un Número Manifeste” (un número especial que incluye un Manifiesto artístico, escrito por el famoso crítico de arte y director del Museo Picasso de Paris durante muchos años, Jean Claire: “Histoire d’un Marteau Pilon” [Historia de un Martillo Pilón]), pero el caso es que no consigo recordar cómo llegó a mí la referencia a esta publicación, qué es lo que ha hecho posible que ahora la tenga entre mis manos. El tema es importante, porque el hecho de haber encontrado ese Manifiesto supone un hallazgo de excepcional valor para la construcción, en lengua española (valen también las aportaciones desde el francés, que no deja de ser una lengua romance, como el español), del concepto de Arte del Territorio.

Estamos embarcados en la idea de construir el concepto de Arte del Territorio a raíz de una intuición. A raíz de caer en la cuenta de que hay varios campos de actividad artística que, aunque habitualmente se ven como separados, el caso es que guardan intensas relaciones entre ellos. Me refiero al Arte Público, el Activismo artístico (muchas veces relacionado con cuestiones territoriales); la corriente germano-francesa conocida como Spurensicherung [Huellas de la Memoria]; también, aquello de lo que habla Manfred Schneckenburger en Arte del Siglo XX [de la editorial Taschen (2001)], en la parte dedicada a escultura, cuando dedica un capítulo a “El lenguaje directo de la realidad”, y se refiere en el mismo, al final, a los “iconostasios de la memoria” de Louise Nevelson; pero también, la realidad artística a la que se hace referencia bajo el epígrafe “El Modelo Antropológico”, probablemente escrito por Benjamin Buchloh, casi al final del libro Arte desde 1900. Modernidad. Antimodernidad. Posmodernidad [de la editorial Akal (2006)], un artículo en el que describe esta corriente como un arte caracterizado por la toma en consideración del espacio como tema central, un fenómeno que ve el autor que se generaliza históricamente en la década de los noventa. (1) De manera que, si antes los espacios del arte eran una cuestión pacífica, que se circunscribía al estudio, la galería y el museo, a partir de este momento, y después de una crítica feroz de estos espacios, se produce una expansión hacia los espacios alternativos, así como las localizaciones en territorios remotos. Un fenómeno que ya se había producido en la década de los sesenta y setenta, con los Earthworks y el Land Art, pero ahora se convierte en la corriente principal dentro del arte; y, en correspondencia con ello, aparecen los mapeados, que no solo se refiere a realidades físicas sino también discursivas, como las sociológicas. El primer artículo de este blog se ofrece un buen ejemplo de ello: “El arte de mirar (el territorio): cartografías y paisajes”, dedicado a una exposición del artista Alain Josseau: "A la vitesse des images" (aunque dentro de la Galería donde se celebró la exposición pude ver en algún momento escrito: "El arte de la guerra", que a mí me sugirió el que yo elegí para el artículo). Una exposición en la Galería Claire Gastaud de Clermont-Ferrand (Auvernia - Francia), en mayo de 2012. Se puede ver aquí https://eugen-ehrlich.blogspot.com/2012/05/lart-de-regarder-le-territoire-des.html

Y estando en ese punto, dándole vueltas al Arte del Territorio y al arte de mirar el territorio, ha aparecido ante mi el Manifiesto de Jean Claire, en realidad de la revista Chroniques de l’Art Vívant en la que se publicó. Se trata de una revista que estuvo editándose durante un breve periodo de tiempo, entre 1968 y 1973. Una iniciativa de Aimé Maeght, después de la muerte de su hijo, cuando él y su esposa cierran la galería en Paris, se trasladan al sur de Francia, a Saint-Paul-de-Vence, e, impulsado por Marguerite, la esposa de Aimé (de soltera Devaye), empieza a dar sus primeros pasos la Fundación Maeght. La redacción de la revista estuvo en un principio capitaneada por el propio Jean Claire, de manera que cuando decimos que el Manifiesto es de Jean Claire o es de la revista, en realidad hay que decir que es el fruto de un ambiente de trabajo en equipo estrechamente relacionado con el proyecto editorial. (2)

Chroniques de l’Art Vívant fue una revista comprometida con las expresiones artísticas más vanguardistas de aquella época, que es donde se encuentran las raíces inmediatas del tipo de arte al que nos estamos refiriendo, y las que lo caracterizaron de una manera intensa, aunque hayamos tardado algunas décadas en darnos cuenta. (3) Fue en los años setenta del siglo pasado cuando se empezaron a ver algunas de las trazas que iban a caracterizar el arte del siglo XXI: el interés por lo geográfico y las cartografías, por la ecología, la etnografía, la memoria histórica, los documentos y el archivo. En definitiva, el interés por lo local en convivencia con lo global. En ese contexto se entiende que podamos calificar, con razón, el Manifiesto de la revista Chroniques de l’Art Vivant, o de Jean Claire, publicado en 1974, como el Manifiesto del Arte del Territorio.

En este Manifiesto se hacen proclamas tan relevantes para nuestro asunto como aquella que reivindica que el arte está allá fuera, en el territorio:

“El hombre no vive sólo de pinturas. También vive, ante todo, en un entorno natural. ¿Por qué, en tanto que amante del arte, debería dejar de poder mirar y disfrutar esos entornos, desde el momento en que cruzo el umbral del museo? Pensamiento ingenuo, pero... Me imagino, en el futuro, esta pesadilla de una ciudad que se ha vuelto inhabitable, monstruosa, donde amar el arte significaría ir, regularmente, a un museo como el Centro Beaubourg, algo a medio camino entre el supermercado y la refinería de petróleo: a «admirar» las reliquias, vestigios cuya función o cuyo funcionamiento sería el de la equiparación al «arte»”.

Poniendo en cuestión el museo como lugar para el arte:

“El elginismo es el pecado original del museo. El museo descompone los decorados para recoger sus fragmentos y colocarlos bajo el dominio del saber. Admiro un cuadro en el terreno de la abstracción ―y esta abstracción es en efecto el término que traduce este desgarro, este corte, este muestreo― una pintura en sí misma, porque creo que captura la «pintura» en sí misma, y no ya por los vínculos singulares y orgánicos que esta obra mantenía con su entorno. Y es incluso desde este poder de abstracción, de autonomización, de esencialización del fenómeno artístico, que llego a admirar cualquier cosa, siempre que esa cosa me sea designada en sí misma. Ejemplo: una rueda de bicicleta en una sala de museo, etc. Pero la bicicleta en sí, en su conjunto, sólo me la mostrarán en un museo de armas y bicicletas. Y, por último, si quiero utilizar este utensilio que es una bicicleta, me apaleará un defensor del orden y del sistema de producción de los coches... Quien quiere me comprende”.

La alternativa al museo es lo que identifica, en un momento dado, como el ecomuseo:

“Definición de ecomuseo: «un museo diverso e interdisciplinario, que muestra [las realizaciones del] hombre en el tiempo y el espacio, en su entorno natural y cultural, e invita a toda la población a participar en su propio desarrollo a través de diversos medios de expresión basados esencialmente en la realidad de los sitios, de los edificios, de los objetos, cosas reales más significativas que las palabras o imágenes que invaden nuestras vidas» (Definición adoptada en 1971 durante la 9ª Conferencia del Consejo Internacional de Museos)”.

Y se refiere a un ecomuseo en concreto, el de Creusot-Montceau les Mines, que impulsó Georges Henri Rivière, donde se encuentra el martillo pilón que da nombre al Manifiesto de Jean Claire, y reproduce sus palabras:

[…]

“El ecomuseo está lejos de la idea de poner en una vitrina una población. Es la idea de ayudar a esta población a tomar conciencia de su identidad, a crearla constantemente, o incluso a negarla para renovarse. Y preservar testimonios válidos del ayer y del hoy, para un mañana problemático".

Apunta Jean Claire en el sentido de que, aunque creemos que hemos desacralizado el arte, en realidad lo que estamos haciendo es sacralizándolo cada vez más, mostrando las obras en exposiciones como si fuesen reliquias:

“Estamos inundados de exposiciones. Cada mes, en París, veinte o treinta nuevas exposiciones. En provincias este verano se celebrarán el doble de exposiciones que el año pasado. Nada más lejos de nosotros que la idea de deplorar este fenómeno. Pero la pregunta que planteó Lepage el verano pasado sigue estando ahí: ¿Exposiciones? ¿Para quién? ¿Por qué? Así como el museo tradicional ocupa hoy el lugar que antes ocupaba la institución religiosa, así como, en verano, multitudes de turistas emprenden los caminos del Prado, el Rijksmuseum o los Uffizi, como lo hacían antaño sus antepasados con los caminos de Saint Jacques, Lourdes o La Salette, así mismo, la exposición, cada vez más, parece estar relacionada con esta práctica religiosa que antiguamente se llamaba presentación de reliquias: en fechas fijas, determinadas por el retorno cíclico de los cumpleaños ―centenario de la muerte de X o Y, quincuagésimo aniversario de la aparición del cubismo, o incluso, determinado por el sentimiento de un necesario «aggiornamento», tiempo «conciliar» de las liturgias reformistas— como será el caso, piadosamente en cierto modo, de la primera exposición que presentará Beaubourg: las relaciones entre el arte europeo y el arte americano desde 1900 (una exposición necesaria sin duda, pero ¿para quién?), entonces sacamos las reliquias a las paredes del museo para presentarlas a la adoración de los fieles.

En cuanto a las alternativas que plantea, lo que constituye propiamente el Manifiesto, aunque antes se ha referido al ecomuseo, él quiere ir más allá, está por dejar las cosas allá donde están, quizá un mero señalamiento, o una construcción que oriente la mirada, como hace un fotógrafo que encuadra la imagen antes de disparar su cámara:

La exposición, por el contrario, debe desarrollarse a partir de las condiciones socioculturales concretas del entorno en el que pretende ubicarse [en negrilla en el original]. Es a partir del trabajo realizado sobre el propio entorno que la exposición debe: 1) determinar su temática, 2) definir su contenido, 3) imaginar modos de presentar este contenido, 4) eventualmente, conduciendo a las formas del arte actual...

[donde dice «exposición» léase «acción o función artística»]

“La exposición de hoy debería así poder responder a tres necesidades, desplegarse en torno a tres articulaciones:

“1) La primera articulación es la que reúne, precisamente en la ecomuseología, la vertiente estrictamente museística con una vertiente mucho más amplia, la del medio natural. Se trata aquí de articular, de reinsertar, de injertar una vez más la función artística en una función más general que sería el contexto político (en sentido etimológico), sociocultural global. Articular lo que entendemos por cultura en sentido restringido (cultura “culta”) con lo que entendemos por cultura en sentido antropológico. Se trata, pues, de devolver a la obra singular su inserción en lo social. Mostrar por qué, en qué contexto abierto se desarrolla el trabajo.

“2) La segunda articulación es la que a veces encontramos, pero sólo la encontramos, en la exposición de tipo tradicional: dentro de su campo específico, es la que articula el trabajo con el desarrollo general de la historia del arte: articulación del presente con el pasado, del patrimonio con la novedad, de la conservación con la innovación. Mostrar a partir de qué datos, en el campo cerrado de las formas artísticas, nace la obra.

“3) La tercera articulación, la más delicada de respetar, pero quizás la más necesaria, es la que evocó Szeemann cuando dijo: "La profesión de organizador de exposiciones sólo sería renovable para mí reconsiderando la dimensión de la intimidad” (Véase L'Art Vivant, nº 49, “Grand Père”). Esta es la articulación que debería permitir poner en juego este universal, esta abstracción que es la obra de arte, con la singularidad de la experiencia de cada visitante: fomentar lo que puede ser subjetivo en el encuentro, cómo, a pesar del tipo de violación, de la violencia suave que constituye cualquier exposición (imposición), preservar, mejor, acentuar la singularidad, la intimidad del contacto único que constituye cada vez el encuentro de la obra con el espectador”.

En esos tres puntos es donde encontramos el Manifiesto a favor del Arte del Territorio, que no pretende moverlo de donde está (si acaso documentarlo para poder llevarlo al espacio expositivo en la capital), interviniendo en él, actuando sobre el territorio para denotarlo, para imbricarlo en el desarrollo artístico y que pueda cumplir mejor esa función, eventualmente, como dice Jean Claire, alumbrando el arte que se está señalando hacia las formas del arte actual, y, si queremos la excelencia, abriendo paso a la posibilidad de que se establezcan nuevas asociaciones entre los paisanos ―los vividores de ese paisaje, siquiera sea por unos días― y ese entorno cuyos valores estéticos han sido enfatizados por el trabajo del artista-comisario de esa exposición al aire libre (esto último es lo que dotará a la experiencia estética de dimensión social).

Veamos el texto completo del Manifiesto de Chroniques de l’Art Vívant, de Jean Claire: “Historia de un martillo pilón”, publicado en el núm. 51 de la revista, del que se dice, en una especie de ventana emergente superpuesta al grabado del martillo pilón: “51 = 50 + 1 … que este número 1 sea leído por nuestros lectores como un manifiesto de lo que ahora queremos defender especialmente”.



Historia de un martillo pilón

Se levanta a la entrada de Le Creusot, más grande que el mayor de los móviles de Calder. Es el martillo pilón gigante. El mismo al que temía el pequeño Julien en esta obra maestra de la educación popular, obligatoria y laica que es La vuelta a Francia de dos niños de G. Bruno [1877]. Aquella en la que un trabajador de la fundición, para tranquilizarlo, le hacía poner suavemente el corcho en una botella de litro de vino. En desuso ahora, adorna la entrada del pueblo, al igual que, un poco más allá, la estatua del viejo Schneider, en la que, a sus pies, con un dedo temeroso y respetuoso, una madre muestra a su hijo ―imagen otra vez del pequeño Julien― el camino correcto de la obediencia, del deber y del trabajo proletario... (*)

¿Qué pasa con una herramienta cuando se la deja fuera de uso y fuera de contexto? Una obra de arte. Duchamp, después de Kant, lo entendió bien. ¿Y qué pasa a su vez con una obra de arte fuera de uso y fuera de contexto? Aún más, una obra de arte. Una especie de obra de arte al cuadrado. Una obra de arte revelada a sí misma como arte. Es todo Malraux. Considerando estas dos proposiciones, claramente sentimos que algo anda “mal”. Porque la historia del arte, según Malraux, excluye a Duchamp. Y Duchamp, a cambio, suprime la historia del arte vista por Malraux... Entonces, ¿qué está pasando? Sucede que, desde finales del siglo XVIII, o más exactamente, desde la aparición de la maquinaria industrial y del capitalismo moderno, nosotros ―nosotros es decir los aficionados, los historiadores, los críticos― mantenemos bajo el nombre de “arte" una ficción amable.

Ficción de un arte concebido como una práctica autónoma, y cuyo propósito sería precisamente circunscribir el campo de su autonomía. Ficción capaz de investir paso a paso de un "aura" (esteticismo) a cualquier objeto rendido a su "libertad". La ficción es capaz por tanto de segregar a su vez su doble antagonista, también fantasmático y monádico: el "antiarte". Todo es arte, nada es arte. Como si el arte más cercano pareciera alcanzar lo que lo constituye como tal, cuanto más se disuelve lo que lo convierte en arte en formas diferentes y variadas, hasta el punto de que ya no sabemos realmente “dónde” está el arte. Como si Malraux y Duchamp fueran sólo dos aspectos del mismo error.

La gran reafirmación artística

Este martillo pilón es tan hermoso como un móvil de Calder. Este Calder es hermoso como una herramienta de forja que ya no se usa. Pero el “como” indica claramente una ruptura.

Esta ruptura se materializa en una institución de nuestras sociedades: el museo. Por un lado, tenemos los museos de ciencia y tecnología. Por otro, tenemos los museos de arte. La burguesía, habiendo llegado al poder y coleccionando el patrimonio cultural de los vencidos, sin saber qué hacer con él, lo metió en el museo: un gran encierro del arte, análogo al que experimentó la época clásica cuando la razón, no habiendo podido soportar el discurso de la locura, había inventado el asilo. Separadas así estas dos funciones, la tecnología por un lado y el arte por el otro, que hasta ahora habían estado indistintamente unidas, parece que hayan sido destinadas a perecer, cada una por su cuenta.

La tecnología, que se ha vuelto industrial y masiva y cuyo propósito se nos escapa cada vez más, ya que sus productos se identifican cada vez menos con la felicidad de la especie. El arte cuya finalidad, igualmente, parece desaparecer a través de producciones cada vez menos “reconocibles”.

Digamos las cosas más simplemente. ¿Cuál puede ser entonces el sentido de conservar pinturas en el Louvre, con tanta ciencia y tanto cuidado, cuando incluso por lo que se refiere al mismo edificio, la construcción de una "autopista" podría desfigurar uno de los últimos conjuntos arquitectónicos intactos de Paris? El hombre no vive sólo de pinturas. También vive, ante todo, en un entorno natural. ¿Por qué, en tanto que amante del arte, debería dejar de poder mirar y disfrutar esos entornos, desde el momento en que cruce el umbral del museo? Pensamiento ingenuo, pero... Me imagino, en el futuro, esta pesadilla de una ciudad que se ha vuelto inhabitable, monstruosa, donde amar el arte significaría ir, regularmente, a un museo como el Centro Beaubourg, algo a medio camino entre el supermercado y la refinería de petróleo: “admirar” las reliquias, vestigios cuya función o cuyo funcionamiento sería el de la equiparación al “arte”. Pero este futuro es hoy, aquí estamos. Este tipo de “distracción” se llama entretenimiento cultural. La cultura es lo que queda cuando la cultura ha desaparecido. Cultura, es decir una totalidad vivida, pensada y reproducida en cada momento y en cada lugar. Lo cultural, es decir los escombros de un todo devastado, los relieves de una fiesta de la que ya no participamos, el oropel desparejado del conocimiento hecho pedazos.

Conocimiento en pedazos. Estallando. Fragmentos. El elginismo es el pecado original del museo (1). El museo descompone los decorados para recoger sus fragmentos y colocarlos bajo el dominio del saber. Admiro un cuadro en el terreno de la abstracción ―y esta abstracción es en efecto el término que traduce este desgarro, este corte, este muestreo― una pintura en sí misma, porque creo que captura la “pintura” en sí misma, y no ya en los vínculos singulares y orgánicos que esta obra mantenía con su entorno. Y es incluso desde este poder de abstracción, de autonomización, de esencialización del fenómeno artístico, que llego a admirar cualquier cosa, siempre que esa cosa me sea designada en sí misma. Ejemplo: una rueda de bicicleta en una sala de museo, etc. Pero la bicicleta en sí, en su conjunto, sólo me la mostrarán en un museo de armas y bicicletas. Y, por último, si quiero utilizar este utensilio que es una bicicleta, me apaleará un defensor del orden y del sistema de producción de los coches... Quien quiere me comprende.

El fetichismo del objeto parcial.

En otras palabras: el museo es el lugar del deleite fetichista por los objetos parciales. Es decir, sólo puedo disfrutar en la medida en que estos objetos se me presentan como parciales. Lo que me permite combinar muy bien, por ejemplo, mi placer como amante del arte y coleccionista, y mis intereses, por ejemplo, como promotor. Por ejemplo, no me sorprenda que, por un lado, podamos "conservar" pinturas del Louvre con celoso cuidado y, al pie del Louvre, o en cualquier otro lugar, demoler y destruir un sitio admirable... Nuestra sociedad hace estos arreglos.

Pero entonces, si el museo es esa totalidad cerrada que recoge fragmentos arrancados de conjuntos ―conjuntos relativos a los diversos campos de la praxis― para luego asumirlos todos juntos bajo una nueva categoría, esta ficción, esta abstracción, esta nebulosidad vaga y espectral que llamamos "arte", esto significa que para devolver estos fragmentos a su verdadero lugar, a su entorno, para hacer circular el arte por todos los campos de esta praxis, para reinsertarlo en la vida y en la sociedad, es el museo mismo el que debe explotar. Un museo fragmentado se llama ecomuseo. Un ecomuseo es un antimuseo. Como se dice en anti-psiquiatría (porque también aquí el gran internamiento en el asilo no ha solucionado nada). Es un museo donde rechazamos la fantasía del objeto parcial en un intento de recuperar el disfrute del objeto total. Es el museo el que juega cultura contra cultura. Es un museo donde presentaríamos, por ejemplo, la rueda de bicicleta de Duchamp (esta es la historia del arte). Pero también la bicicleta tal como la fabrica el trabajador (ésta es la historia de la tecnología). Pero también donde, gracias a estas presentaciones, intentaríamos devolver a los visitantes el gusto por los paseos en bicicleta (es la ecología). Con las consecuencias que tal actuación conlleva en términos de equipamientos urbanos (carriles bici, reconversión de un sector económico, por ejemplo) ...Entonces, comenzamos, inocentemente, con Duchamp, y terminamos con toda una conmoción del medio ambiente. Una agitación ambiental es un cambio social. La ecomuseología es un proyecto revolucionario.

¿Utopía? No, los ecomuseos existen. Y funcionan. Definición de ecomuseo: "un museo diverso e interdisciplinario, que muestra al hombre en el tiempo y el espacio, en su entorno natural y cultural, e invita a toda la población a participar en su propio desarrollo a través de diversos medios de expresión basados esencialmente en la realidad de los sitios, de los edificios, de los objetos, cosas reales más significativas que las palabras o imágenes que invaden nuestras vidas" (2).

Ejemplo de ecomuseo: Le Creusot. En una carta enviada recientemente a L'Art Vivant, Georges Henri Rivière, inventor del ecomuseo (y de ese ecomuseo en particular), nos escribió: (**)

"Desde los primeros años de 1950 he ido soltando progresivamente la teoría de la cosa; Hugues de Valine (3) la ha enriquecido a partir de 1970. He continuado varios proyectos, desde finales de los años 1950, en sus dos dominios del espacio y del tiempo (...)

“Dentro de unos días abriremos en Le Creusot este "Museo del Tiempo", en el marco del Ecomuseo de la comunidad urbana de Creusot-Montceau les Mines. Al mismo tiempo, se invita a los habitantes de los otros 15 municipios a identificar los "rasgos específicos" de estos municipios, para comunicarlos a la población general de la comunidad urbana. Aquí la magnificencia de un campanario románico, en un contexto regional y general cluniacense. Allí, la obra de un pintor popular originario del lugar, teórico sorprendente. Aquí también, en lo alto del municipio más alto de la región, la lectura del paisaje de la comunidad. En una interacción constante, de un municipio a otro, de exposiciones temporales dedicadas tanto al Árbol como a Le Corbusier, como a los fósiles locales vinculados a la minería del carbón actual y a la flora local. Y no hablo de Camarga, ni de Mont Lozère (la Cévenne del granito), ni de Armorique (con su Fest Noz mezclado con jazz), ni de la Place Royale de Ispahan, ni de todo lo demás...

“El ecomuseo está lejos de la idea de poner en una vitrina una población. Es la idea de ayudar a esta población a tomar conciencia de su identidad, a crearla constantemente, o incluso a negarla para renovarse. Y preservar testimonios válidos del ayer y del hoy, para un mañana problemático".

 



Ética/estética.

Dos campos de actividad, se abren, pues, al ecomuseo. Por un lado, la conservación del patrimonio sociocultural, entendido no como la conservación de un campo elegido del conocimiento humano que sería "arte", una coartada para permitir saquear y devastar todo lo que no lo sea, sino la conservación de "un número infinito de lugares, cerrados o abiertos, naturales o artificiales, situados en un espacio geográficamente delimitado". Estos lugares pueden ser, y de hecho son, un molino, una casa de minero, una sala de metalúrgico, un yacimiento prehistórico, un santuario de aves, una iglesia, un horno de pan, un mirador sobre la región, las superestructuras de un pozo minero, un canal, etc. También podemos considerar grupos de lugares: un barrio, un pueblo, un bosque, etc. La comunidad entera constituye un museo vivo cuyo público está permanentemente en su interior. El museo no tiene visitantes, tiene habitantes”. (4) Esto también significa que los "curadores" son los propios habitantes. Lo que supone, para los animadores del ecomuseo, todo un lento y continuo trabajo de sensibilización de la población sobre la calidad de las cosas, de los objetos, de los lugares que poseen o que les rodean y que constituyen su medio de vida. Su vida. Una ética frente a una estética. Una moral que debería permitir evitar las alienaciones, los expolios, el miserable sucedáneo de la sociedad de consumo y maquinista en una economía capitalista.

Para ello, otro campo de actividad privilegiado: las exposiciones. Hablé antes de la bicicleta. Podría haberla habido (de hecho, la hubo): ¿cómo, por ejemplo, articular la presencia del martillo pilón, una realidad que habla –oh, tanto– a los habitantes de la región, a este aspecto de la producción artística contemporánea? ¿Cómo pasar del objeto utensilio al objeto obra de arte? ¿De martillo pilón a móvil [se refiere a los móviles de Calder]? La respuesta será la exposición de Mark di Suvero. (5) O bien será la exposición Árbol (6): partiendo de la representación del árbol en el arte, pero para continuar con la ecología ―porque ¿de qué sirve interesarse por los árboles pintados si los árboles reales desaparecen? ¿Por qué dejar ir la presa por su sombra? [un dicho francés]—, así como con la tecnología: la madera, el marco, la xilografía, etc.; con la psicología y el psicoanálisis del árbol: mostrando cómo su "imagen" se ha interiorizado en nosotros y la variedad de vínculos profundos y arcaicos que nos conectan con él, etc. En definitiva, mostrando cada vez la multiplicidad de prácticas que nacen en torno a un objeto y sobre todo mostrando las articulaciones que vinculan estas prácticas, siendo lo que hoy llamamos "arte" sólo una de ellas, y quizás no la más importante ni la más esencial...

La presentación de reliquias

Acción que, por tanto, pone en duda la finalidad misma de las exposiciones. Estamos inundados de exposición. Cada mes, en París, veinte o treinta nuevas exposiciones. En provincias este verano se celebrarán el doble de exposiciones que el año pasado. Lejos de nosotros la idea de deplorar este fenómeno. Pero la pregunta que planteó Lepage el verano pasado sigue estando ahí: ¿Exposiciones? ¿Para quién? ¿Por qué?, Así como el museo tradicional ocupa hoy el lugar que antes ocupaba la institución religiosa, así como, en verano, multitudes de turistas emprenden los caminos del Prado, el Rijksmuseum o los Uffizi, como lo hacían antaño sus antepasados con los caminos de Saint Jacques, Lourdes o La Salette, así mismo la exposición, cada vez más, parece estar relacionada con esta práctica religiosa que antiguamente se llamaba presentación de reliquias: en fechas fijas, determinadas por el retorno cíclico de los cumpleaños ―centenario de la muerte de X o Y, quincuagésimo aniversario de la aparición del cubismo, o incluso, determinado por el sentimiento de un necesario "aggiornamento", tiempo "conciliar" de las liturgias reformistas— como será el caso, piadosamente en cierto modo, de la primera exposición que presentará Beaubourg: las relaciones entre el arte europeo y el arte americano desde 1900 (una exposición necesaria sin duda, pero ¿para quién?), entonces sacamos las reliquias a las paredes del museo para presentarlas a la adoración de los fieles.

El relativo absurdo de tales prácticas queda oculto siempre que tenga lugar en París o en un centro urbano lo suficientemente importante como para permitir la presencia de una microsociedad de practicantes (gente "culta"), es decir, de 15 a 20.000 personas, seguida de un número variable (entre 100 y 200.000) de curiosos, le proporciona una audiencia suficiente. Pero estalla tan pronto como abandonamos este microambiente para trasladarnos, por ejemplo, a los suburbios o a las zonas rurales. Aquí es donde la coartada humanista de democratizar el arte se hace añicos y, bajo la animación cultural, a menudo se revelan objetivos menos nobles. Aquí es donde el animador cultural o el organizador de la exposición se encuentra, sea cual sea, en la piel del misionero, responsable de exponer (imponer) sus imágenes piadosas a la adoración de los Cafres o de los Topinambous.

Neocolonialismo cultural

La comparación va más allá. Bajo la apariencia de animación cultural, lo que a menudo ocurre es en realidad un verdadero genocidio cultural, perpetrado en dos niveles. Por un lado, en el plano económico (el nivel de la técnica, de la producción, el plano del "martillo pilón"), los tecnócratas impondrán, desde París, directivas a una región de la que, de hecho, no saben casi nada en materia de datos económicos y socioculturales. En el plano de la estética (el plano del arte, el del "móvil" [se refiere a las obras de Alexander Calder, muy populares en aquellas fechas, que ha tomado como referente del arte contemporáneo]), el animador, también lanzado en paracaídas desde París, perfeccionará la empresa.

Ejemplo: en un país que conozco bien, en Occidente, las directivas de hace algunos años impondrán la concentración de tierras: arrancamiento de setos y también de manzanos, para racionalizar e industrializar la agricultura. Las consecuencias, las vemos hoy: - devastación de uno de los paisajes más bellos y antiguos de Francia, el bocage. Pero también desastres ecológicos: inundaciones, multiplicación de insectos tras la desaparición de las aves, desaparición de tierras cultivables arrastradas por el viento, etc. Pero nuevamente, devastación sociocultural: según el esquema marxista habitual, el cambio en el modo de producción económica condujo a una agitación cultural. En realidad, un empobrecimiento radical, una alienación que es la de la proletarización. Las costumbres y artesanías locales han desaparecido, reemplazadas por una subcultura que toma prestadas sus formas degeneradas del modelo parisino.

Sin embargo, al mismo tiempo, se han abierto “centros de arte” en casi todas partes de esta misma región. Allí expondremos, imagino, de año en año, y dependiendo de los aniversarios que se celebren o de los caprichos de los responsables, Vasarely, Picasso o César... Los nativos vendrán o no, condenados en cualquier caso a jugar el papel de figurantes o de extras, como aquellos argelinos que fueron descargados de los camiones en la plaza del Foro de Argel un cierto 13 de mayo...

Y, después de todo, qué importa si los artesanos locales, el talabartero, el herrero, el carpintero, han desaparecido, si son sustituidos, y lo son, por esta producción pseudoartesanal, innoble, indescriptible, por esos trastos de falsos tejidos o falsas cerámicas que abundan, precisamente, en las "villas del arte".

No se trata de nostalgia. No se trata de revivir un pasado lejano. No se trata de volver a modos de producción o culturas extintas. Se trata de salvar lo que se puede salvar, tanto el patrimonio como el arte contemporáneo. Y esto sólo puede hacerse si decidimos buscar todos los medios posibles para rearticular estas dos instancias entre sí, como siempre se ha hecho en el pasado. En otras palabras, salvaguardar un patrimonio para permitir que el arte actual escape del gueto. Porque no salvaremos solos el “arte”, como un bien que escaparía por sí solo del desastre general. Salvaremos todo y a todos juntos, o no salvaremos nada.

Nuevos tipos de exposiciones

En otras palabras, ya no es posible considerar la exposición (bajo esta simple palabra entendemos cualquier forma de animación cultural) como una empresa abstracta, decidida de manera abstracta por un centro director y luego lanzada en paracaídas aquí o allá. Semejante acción muchas veces no es más que la destrucción, realizada en nombre de la cultura "culta", de la cultura popular y local, donde el animador, como se ha dicho, completará la obra realizada por el tecnócrata (el misionero tras las huellas del soldado); Los habitantes de una región no lo sienten más que como la imposición de una cultura extranjera, el medio para desvitalizar, folclorizar, estetizar y museificar aún más lo que queda de vida.

La exposición, por el contrario, debe desarrollarse a partir de las condiciones socioculturales concretas del entorno en el que pretende ubicarse. Es a partir del trabajo realizado sobre el propio entorno que la exposición debe: 1) determinar su temática, 2) definir su contenido, 3) imaginar modos de presentar este contenido, 4) eventualmente, conduciendo a las formas del arte actual...

La exposición de hoy debería así poder responder a tres necesidades, desplegarse en torno a tres articulaciones:

1) La primera articulación es la que reúne, precisamente en la ecomuseología, la vertiente estrictamente museística con una vertiente mucho más amplia, la del medio natural. Se trata aquí de articular, de reinsertar, de injertar una vez más la función artística en una función más general que sería el contexto político (en sentido etimológico), sociocultural global. Articular lo que entendemos por cultura en sentido restringido (cultura “culta”) sobre lo que entendemos por cultura en sentido antropológico. Se trata, pues, de devolver a la obra singular su inserción en lo social. Mostrar por qué, en qué contexto abierto se desarrolla el trabajo.

2) La segunda articulación es la que a veces encontramos, pero sólo la encontramos, en la exposición de tipo tradicional: dentro de su campo específico, es la que articula el trabajo sobre el desarrollo general de la historia del arte: articulación del presente con el pasado, del patrimonio a la novedad, de la conservación a la innovación. Mostrar a partir de qué datos, en el campo cerrado de las formas artísticas, nace la obra.

3) La tercera articulación, la más delicada de respetar, pero quizás la más necesaria, es la que evocó Szeemann cuando dijo: "La profesión de organizador de exposiciones sólo sería renovable para mí reconsiderando la dimensión de la intimidad”. (7) Esta es la articulación que debería permitir poner en juego este universal, esta abstracción que es la obra de arte, en la singularidad de la experiencia de cada visitante: fomentar lo que puede ser subjetivo en el encuentro, cómo, a pesar del tipo de violación, de la violencia suave que constituye cualquier exposición (imposición), preservar, mejor, acentuar la singularidad, la intimidad del contacto único que constituye cada vez el encuentro de la obra con el espectador.

¿Es necesario añadir que tal propósito, si se hace, no se hará en París? Que París, por su exceso, por la dilución que hace de todos los datos socioculturales, por la presencia finalmente de esta microsociedad cultivada que se interpone como una pantalla entre el presentador y el público al que desea llegar, París difícilmente nunca será capaz de producir exhibiciones que no sean máquinas enormes y prestigiosas e internacionales, sin duda necesarios, que ciertamente hacen avanzar nuestro conocimiento de la historia y del gusto, pero con la misma seguridad permanecen siempre exiliados, como acciones culturales, del centro vivo de nuestra cultura.

Pero es en las provincias, o en uno u otro de estos lugares llamados "desfavorecidos", donde una acción de este tipo podría ver la luz, en entornos definidos y en función de un problema concreto.

También en provincia, y también en Le Creusot (C.R.A.C.A.P.), no lejos del martillo pilón, se reunieron el pasado mes de mayo unos cuarenta organizadores, procedentes de los cuatro rincones de Francia, para comparar sus experiencias, y extraer una enseñanza y un proyecto. a partir de esas experiencias, de nuevos tipos de acción. Jacques Lepage analiza este encuentro en las páginas siguientes.

Porque el problema está planteado: si la democratización de la cultura a menudo no ha sido más que un deseo piadoso, ¿no es porque conviene sobre todo cultivar la democratización?

Jean CLAIR

(*) N. del T.: Schneider fue el fundador de la fábrica siderúrgica en el que estaba instalado el martillo pilón protagonista de la historia, el mismo que, ya en desuso, al cerrar las factorías a mediados del siglo XX, fue instalado en la entrada de la ciudad en 1969. Es un símbolo nacional del trabajo y el ahorro, que tuvo su capítulo en el libro para escolares La vuelta a Francia de dos niños, editado por primera vez en 1877, el cual contribuyó a la consolidación de una escuela laica, obligatoria y republicana. Aún hoy se sigue editando.

(**) N. del T.: Sobre el ecomuseo, y en particular sobre Creusot-Montceau, ver aquí: https://journals.openedition.org/ephaistos/7679 [última consulta el 27 de enero de 2024]

(1) Lleva el nombre de Lord Elgin, un distinguido aficionado que, para llenar las salas del Museo Británico, arrancó sus metopas al Partenón.

(2) Definición adoptada en 1971 durante la 9ª Conferencia del Consejo Internacional de Museos.

(3) Ex Director del Consejo Internacional de Museos.

(4) Hugues de Varine en Museo, vol. XXV, nº 4: "Un Museo Expandido: El Museo del Hombre y la Industria de Creusot".

(5) Véase L'Art Vivant, nº 45: "Operación Mark di Suvero".

(6) Véase L’Art Vivant, n° 42, “Breve guía de las exposiciones de verano”

(7) Véase L'Art Vivant, nº 49, “Grand Père”.


Bibliografía:

Marc le Bot: Pintura y maquinismo, París, 1973.

Lewis Mumford: El mito de la máquina, t. I y II, París, 1974.

Revista Museo, número especial “El Museo y el medio ambiente”, 1973 y vol. citado.

Chris Marker: "En Creusot, un museo de preguntas", en L'Estampille, nº 42, mayo de 1973.

“Un museo de vanguardia” en Images de Saône et Loira, nº 20.

Recopilación (o Compendio) del III Seminario de Museología, Convento de San Maximino, marzo de 1971.

________________________

Notas:

(1) Resulta significativo que Benjamin Buchloh ―si damos por buena su autoría sobre este capítulo/artículo de Arte desde 1900: “El Modelo Antropológico”―, que lo haya incorporado al inicio de la exposición de la década de los noventa del siglo pasado, cuando resulta que ya había indicios de esta corriente artística en los años setenta, a los que el propio autor se refiere en su artículo, pero ahora relaciona la manifestación de esta forma de proceder por parte de los artistas, con la emergencia de la figura del artista-comisario (y se refiere en concreto a los trabajos de Mark Dion, que son un hito fundamental en el ámbito del Arte del Territorio), todo lo cual nos da una pista del lento progreso de esta corriente artística, que ha necesitado de la conjunción de diversos factores para poder alcanzar carta de naturaleza en el mundo del arte. En este sentido tenemos que hacer referencia, además de la emergencia de la figura del artista-comisario, también tenemos que referirnos a la consagración de la multidisciplinariedad como una opción legítima, aplicada a una labor artística que, sin dejar de incluir la realización de obras, también puede venir referida, de manera autónoma, a los trabajos de análisis de la realidad previos a la realización de cualquier obra, que, al dar cuenta de los resultados alcanzados mediante lenguaje escrito, supone romper con uno de los tabús vigente durante siglos en el campo del arte, según el cual el trabajo artístico sería un razonamiento de “caja negra”, mientras que ahora se concibe como un razonamiento que se puede someter al escrutinio público.

(2) Un proyecto editorial, el que dio a luz la revista Chroniques de l’Art Vívant, que tiene mucho de español, por varios motivos. Cuando Jean Claire dejó el puesto de redactor jefe le sucedió Carmen Martínez, que había estado en la revista de jefa de redacción técnica; una importante galerista y editora de catálogos, con establecimiento en Paris, 12 rue du Roi de Sicile, 75004, entre 1976 y 1985. Y también estaba en la redacción de la revista, en primera línea, Maria Lluïsa Borràs, vinculada a la creación de la Fundación Joan Miró y la de Joan Brossa, comisaria de exposiciones por todo el mundo, productora de audiovisuales, estudiosa.

(3) A modo de ejemplo del compromiso de la revista Chroniques de l’Art Vívant con la más rabiosa actualidad, se puede consultar el contenido correspondiente a una larga relación de números de la revista aquí https://www.le-livre.fr/editeur/chroniques-de-l'art-vivant?page=2 No obstante, sin salir del número 51 (o 50 + 1, como se decía en la propia revista, para destacar que era como un número 1), en este ejemplar, que tenía por contenido principal el Manifiesto que comentamos, se incluía también un reportaje del importante acontecimiento artístico que tuvo lugar en 1974 en Colonia, PROJEKT 74, que había reunido a un largo elenco de artistas, cuya obra incluía, y las imágenes incorporadas al reportaje dan buena cuenta de ello, trabajos en lugares remotos realizados con elementos tomados de la naturaleza, de Alan Sonfist; restos arqueológicos de civilizaciones ficticias, en este caso Llhuros, obra de Norman Daly; reconstrucciones de pies de australopitecos presentados como si se tratase de una galería en un museo de paleontología, obra de Claudio Costa; álbumes familiares, obra de Les Levine (también hay algún cuadro pintado al estilo hiperrealista, pero son los menos); y, la entrevistadora llama la atención de los curadores de la muestra Evelyne Weiss y Manfred Schneckenburger, sobre la obra de algunos de los artistas presentes en la misma, a los que califica de “desconocidos” (también se queja de que ha sido eliminada “la pintura-pintura”), y entre otros se refiere, además de los citados, a Anne y Patrick Poirier, Nancy Graves, Christian Boltanski, y pregunta de manera enfática: “¿Quién es Nikolaus Lang?” (uno de los más destacados artistas de la corriente Spurensicherung [Huellas de la Memoria]), y en respuesta a esa pregunta comenta Manfred Schneckenburger que su trabajo, como el de otros artistas adscritos a la misma corriente, como es el caso del trabajo de Anne y Patrick Poirier, enfatiza la importancia de la investigación, “como un verdadero principio formal, en sustitución del «acto creador»”. No obstante, entre los trabajos presentes en PROJECT 74, citados por la entrevistadora, queremos referirnos, por referirse directamente a este campo del Arte del Territorio, especialmente al trabajo de HA Schult, porque, aún hoy, sigue siendo enormemente original, como si hubiese estado realizado en la última década. De aquellas fechas es su serie “Biokinetic”, que el autor califica de “situaciones”, consistentes en dejar en descomposición materia orgánica que, además de dar lugar a formaciones extremadamente diversas en cuanto a formas, colores, texturas, y, podemos imaginar, también diferentes olores, además, lo presentaba en diversos formatos, que van desde el tubo de ensayo de laboratorio, hasta una especie de maqueta gigante de lo que podría ser un campo de batalla, realizado tanto en lugares remotos como en el espacio museístico. Se puede ver aquí http://hastsite.interlutions-preview.de/action/biokinetic

 

7 dic 2014

Transexualidad FtM en la exposición "El Aula Invertida", en Fundación La Posta, Valencia

En la Fundación La Posta, Valencia, se puede ver estos días la exposición "El Aula Invertida. Estrategias Pedagógicas y Prácticas Artísticas desde la Diversidad Sexual", del Grupo de Investigación FIDEX (Figuras del Exceso; Políticas del Cuerpo), de la Universidad Miguel Hernández, Altea [ fundacionlaposta.org ]. La exposición se produce en el contexto del Congreso Internacional sobre Educación Artística y Diversidad Sexual (EDADIS), organizado por el Instituto Universitario de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universitat de València, Valencia 13-14 de noviembre de 2014.

De las obras en exposición destaca por su temática la obra de Juan Francisco Martínez Gómez de Albacete: "No todos los cuerpos miden 7 cabezas y media", 2014.

 





Se trata de un modelo, de los que se emplean habitualmente en la enseñanza en las escuelas de arte, que ha sido intervenido reflejando una sexualidad trans FtM.

La obra entra en un terreno muy delicado, ya que refleja una realidad física difícil de aceptar tanto desde el punto del vista del estandar heteronormativo como desde la perspectiva de aquellos que, habiéndose autodeterminado en cuanto a género de manera distinta al que les asignaba su sexo, sienten un fuerte rechazo respecto de su anatomía de origen.

Sin embargo, se trata de una realidad en proceso acelerado de normalización debido, entre otros fenómenos, a la visibilidad que le otorga internet y los vídeos que cuentan experiencias personales de cambio de sexo FtM.
















9 ene 2014

Encounters in Tropenmuseum (Amsterdam)

Onverwachte ontmoetingen 
Tropenmuseum
30 november 2012 - 14 july 2013



The Tropenmuseum -previously the Colonial Museum- has always tried to give an impression of the contemporary.  But now the collections, built up over a period of 150 years, deal largely with the past. They stem from the high days of colonialism, from Netherlands East Indies and Suriname. Old collections from the former Artis museum also found their way here. But does old mean outmoded? History isn't separated from the present. Old objects tell about conflicts between cultures, decolonization, about power and its transience. They show us our view of the former world and give insight into how today's world originated. And because the present is constantly changing, we keep looking at "old" objects with new eyes.

El Tropenmuseum -anteriormente el Museo Colonial- siempre ha tratado de dar una impresión de lo contemporáneo. Pero ahora las colecciones, construidas a lo largo de un período de 150 años, se ocupan en gran parte del pasado. Se hacen eco de los grandes días del colonialismo, de las Indias Orientales Holandesas y Surinam. Viejas colecciones del antiguo Artis Museum también encuentran su lugar aquí. Pero, ¿lo viejo es anticuado? La historia no está separada del presente. Objetos antiguos hablan de los conflictos entre culturas, la descolonización, sobre el poder y su fugacidad. Nos muestran nuestra visión del mundo antiguo y dan una idea de cómo se originó el mundo de hoy. Y debido a que el presente está en constante cambio, seguimos mirando a los "viejos" objetos con nuevos ojos.


See parcour in 3D
http://www.youtube.com/watch?v=SChptuZLXuY




Image formation

Racial doctrine




Marlene Dumas (South Africa, 1953), Coloured Drawings, 1997











Marlene Dumas's work is often about how people look at each other. She makes prejudices visible and searches for the contradictions in them. With the portraits in the series Coloured Drawings, she wanted to present a cross-section of the multicultural society. The portraits are arranged as a group, making it tempting to look for physical similarities and differences in the facial expressions and complexions. But this in turn prompts questions about the legacy of ethnology, which continues in the tendency to categorize each other by type or as a cultural group rather than to appreciate the individual. The runny ink Dumas used for her portraits makes it impossible to judge the physical characteristicas of the people depicted.


El trabajo de Marlene Dumas es a menudo acerca de cómo las personas se miran el uno al otro. Ella hace visible prejuicios y busca las contradicciones en ellos. Con los retratos de la serie Dibujos Coloreados, ella quería presentar una sección transversal de la sociedad multicultural. Los retratos están dispuestos como un grupo, por lo que es tentador buscar similitudes físicas y las diferencias en las expresiones faciales y el cutis. Pero esto a su vez plantea interrogantes acerca de la herencia de la etnología, que continúa en la tendencia de categorizar a cada uno por el tipo o por su pertenencia a un grupo cultural en lugar de apreciar el individuo. La aguadilla que Dumas utiliza para sus retratos hace que sea imposible juzgar inicialmente las características físicas de las personas representadas.



Voices from the past



Willem G. Hofker, balinese landscape, 1848






Affandi Koesoema, Angry Mood (self portrait), 1948

















Two works of art from 1948. Both are about Indonesia. One is seen from the colonizer's viewpoint, the other from the colonized. Having returned to the Netherlands two years earlier in 1946, after a stay of eight years in Indonesia, Willem Hofker sketched a tranquil, idyllic picture of Bali, completely in the tradition of the colonial East Indies art of painting. At that time there were military actions -the Nederlands wanted to suppress Indonesia's struggle for independence. In December that year, the Dutch army stormed and occupied Yogyakarta, the temporary capital of the independent republic and the city where the politically engaged artist Affandi lived. He painted this self-portrait, titled Angry Mood, in that period. In the top right-hand corner of the painting Affandi wrote: "Estudy of a discontented face. I'm learning how to depict a discontented face".

Dos obras de arte de 1948. Ambas son sobre Indonesia. Una vista desde el punto de vista del colonizador, la otra el de los colonizados. Habiendo regresado a los Países Bajos, dos años antes, en 1946, después de una estancia de ocho años en Indonesia, Willem Hofker esbozó una tranquila imagen, idílica de Bali, completamente en la tradición de la pintura colonial de las Indias Orientales. En ese momento hubo acciones militares -los Paises Bajos quisieron suprimir la lucha de Indonesia por la independencia-. En diciembre de ese año, el ejército holandés asaltó y ocupó Yogyakarta, la capital provisional de la república independiente y la ciudad en la que vivió el artista políticamente comprometido Affandi. Él pintó este autorretrato, titulado Mal Humor, en ese período. En la esquina superior derecha de la pintura Affandi escribió: "Estudio de una cara descontenta. Estoy aprendiendo cómo representar una cara descontenta".


Colonial panorama

Hongs at Canton, c. 1820

Stirling expedition group photo, New Guinea (Indonesia), 1926

Both works show Europeans confidently expanding their power and influence. The elongated format of the panorama seems to emphasize that feeling: take a look, here we are, in all our might! The Chinese roll painting, over tree yards long, gives a striking impression of eight European trading posts on a busy river. But, in fact, this is a small western enclave in an immeasurable large China. The enormity of the group photo is also impressive but this too is of a small group of westerners with dozens of hired Dayak porters entering the vast New Guinea.
The painting and the photo provide a compelling details. Not surprisingly, panoramic photos were very popular in the 19th century, as they brought the vastness of the world close to home.

Ambas obras muestran a los europeos en expansión con confianza en su poder e influencia. El formato alargado del panorama parece enfatizar esa sensación: "echar un vistazo, aquí estamos, en todas nuestras fuerzas!". La pintura tipo rollo chino -más de tres metros de largo-, da una impresión llamativa de ocho puestos de comercio europeas en un río ocupado. Pero, de hecho, este es un pequeño enclave occidental en la inmeasurable y grande China. La enormidad de la foto de grupo es también impresionante, pero esta también es de un pequeño grupo de occidentales con docenas de cargadores Dayak contratados para entrar en la vasta Nueva Guinea.
La pintura y la foto proporcionan detalles convincentes. No es sorprendente que las fotos panorámicas fueron muy populares en el siglo XIX, ya que trajeron la inmensidad del mundo cerca de casa.



Heri Dono (Jakarta, 1960)

Proklamasi, 2007
The Museum of Ethnography, 2001

The Museum of Ethnography, 2001 (detail)




4 oct 2012

Arte digital, arte poético

Total City, IVAM (Valencia, Spain) Mai, 5 - Juli, 15 2012

[then in english]

Entre mayo y julio de este año se ha celebrado en el IVAM (Valencia, España), una exposición colectiva bajo el nombre genérico de "Ciudad Total", comisariada por Miguel Angel G. Cortés, segunda parte de la exposición que tuvo lugar entre febrero y mayo de 2010 "Malas Calles" (según se dice expresamente en el folleto), y ya se sabe que segundas partes... Por eso me limito a traer aquí tan sólo algunas obras, todas ellas material videográfico. Se trata de los trabajos de Marina Chernikova "Urban Surfin II", HC Gilje "Shiva" y Jack Cronin "Invisible City", y en otro orden de planteamientos el trabajo vidiográfico digital 3D de Dionisio González "Cartografías para a remoçao. A cidade ajuntada".

Between May and July this year was held at the IVAM (Valencia, Spain), a group exhibition under the generic name of "Total City", curated by Miguel Angel G. Cortes, part of the exhibition that took place between February and May 2010 "Mean Streets" (as expressly stated in the brochure), and we know that sequels ... So i just bring here only some works, all video material. This is the work of Marina Chernikova "Urban Surfin II", HC Gikje "Shiva" and Jack Cronin "Invisible City", and in another vein approaches the 3D digital video work Dionisio González "Cartografias para a remoçao. A cidade ajuntada".



Marina Chernikova, Urban Surfing II (2007)



Marina Chernikova viene desarrollando una serie de fotografías y videos basados ​​en la exploración de la dinámica estructural de las megaciudades tradicionales culturales (Moscú, Roma, Tokio, París, Jerusalén, Amsterdam y Marsella). En este proceso creativo, los elementos de las arquitecturas culturales y heterogéneos son capturados en diversas ciudades e integradas en un conglomerado de imágenes para obtener nuevas formas, nuevas proporciones. Marina Chernikova experimenta todas las posibilidades ofrecidas por la manipulación digital de imágenes a fin de encontrar la forma visual informativa más densa posible.

Su obra, como la de tantos artistas de vídeo se puede encontrar libre en la red. En el caso de Urban Surfing II, a continuación incluyo una versión de primera mano -tengase en cuenta que lo que yo he subido a la red es una regrabación-. No obstante, aunque regrabación, tiene valor, ya que aquí se ve cómo la gente ve realmente el vídeo en un museo. Y en ese sentido hay que destacar que la forma como se ha presentado en el IVAM no permite un visionado tranquilo, ya que hay un exceso de obras en exposición (en el presente caso de pantallas de proyección de vídeo), que producen interferencias unas sobre otras, sin que eso sea algo querido por los artistas que las han realizado.


Marina Chernikova been developing a series of photgraphs and videos based on the exploration of the structural dynamics of cultural traditions megacities (Moscow, Rome, Tokyo, Paris, Jerusalem, Amsterdam and Marseille). In this creative process, the elements of cultural and heterogeneous architectures are captured in varios cities and into a cluster of images to get new forms, new proportions. marina experience all the possibilities offered by digital manipulation of images in order to find the information visually dense as possible.

His work, like that of many video artists can be found free on the net. For Surfing Urban II, then included a first-han version -bear in mind that what I have uploaded to the network is a recording-. However, while rewriting, is valuable, because here is really how people see the video in a museum. And in this regard it is notworthy that the form as presented in the IVAM does not allow viewing assured that there is an excess of works on display (in this case video projection screens), which some interference on other, without that being something desired by the artist who have performed.


HC Gilje, "Shiva" (2003)


Music by Kelly Davis



You can see more videos of HC Gilje in
https://vimeo.com/hcgilje

And photo-still in
http://www.flickr.com/photos/hcgilje/455133998/in/photostream/

Jack Cronin, "Invisible City" (2006)



You can see more videos of Jack Cronin in
https://vimeo.com/user3490266


Rosa Menkman, "Demolish the eerie void" (2010)

El vídeo de Rosa Menkman "Demolish the eerie void" [Demoler el sobrecogedor vacío] no se vió en  "Ciudad Total" en el IVAM, sino un año antes en las Atarazanas (Valencia), en la exposición de Observatori 2011 "Por error. El accidente como motor artístico", en la que tuvo un papel destacado trabajo encuadrables en el glitch art.

Sobre glith art véase
http://www.bitmondo.com/glitch-art-o-el-arte-del-error/

La presencia de este vídeo, que recrea una instalación multimedia, como colofón de esta recopilación, es muy procedente porque refuerza la idea común existente entre los restantes: ensoñaciones de fuerte contenido poético producidas con recursos que en apariencia tendrían que abocar a resultados "fríos", "impersonales", y otros adjetivos asociados al empleo de recursos electrónicos y digitales en el arte. Sin embargo, nada más lejos. Y ese desvío de los resultados que inicialmente cabía esperar tiene mucho que ver con la huída del juego espectacular con la tecnología y su empleo como si de un recurso pre-tecnológico se tratara. Como una aproximación a los paisajes de la Tierra Media que se avecina.


The video of Rosa Menkman "Demolish the eerie void" is not seen in "Total City" at IVAM, but a year earlier in the Atarazanas (Valencia), in exposing Observatory 2011 "Error. The motor accident as art", which was prominent works that can be ascribed to glitch art.

The presence of this video, which recreates a multimedia installation, the culmination of this collection is very appropriate, because it reinforces the idea between the remaining commom: strong dreams of poetic content produced with resources that would apparently lead to results "cold", "impersonal" and other adjectives associated with the use of electronic resources and digital art. However, nothing further. And this diversion of results initially expected have much to do with the light of the spectacular game with technology and its use as a resource if it were pre-technological. As an approach to the landscapes of Middle Earth tat lies ahead.